La realidad de los últimos años nos ha demostrado que la forma de trabajar ha cambiado. No podemos perder de vista la huella que ha dejado el coronavirus en las economías mundiales, ya que su impacto sigue estando presente a día de hoy. La paralización de un gran porcentaje de los mercados internacionales supuso una gran sacudida al puzle macroeconómico que sostiene nuestro día a día, y que está compuesto por millones de piezas que se han visto fracturadas como consecuencia de la pandemia.
Una de esas piezas ha sido, sin duda, el mercado laboral. Lo observamos, por ejemplo, en el movimiento llamado “la gran dimisión” o “la gran renuncia”, un fenómeno sociológico nacido en Estados Unidos que surge como consecuencia de una variación de los criterios de valoración en el equilibrio “trabajo-vida”, por parte de las nuevas generaciones tras la pandemia y ante el regreso a la presencialidad.
En este contexto de insatisfacción y de búsqueda de nuevas oportunidades, se identifican varios sectores de actividad que responden a las principales demandas de este movimiento. Una de estas alternativas se encuentra en el sector de la venta directa, industria que en España facturó 786 millones de euros en 2021, y que por su propia naturaleza y estructura organizativa proporciona algunas de las principales ventajas que, cada vez más, buscan los profesionales de nuestro país.
Ventajas de un sector al alza
La venta directa se ha convertido en una opción para el desarrollo personal y profesional a partir de una dedicación flexible, independiente y heterogénea en un entorno seguro, con bajo riesgo y orientado al emprendimiento. Supone una alternativa a aquellas personas que buscan incorporarse al mercado laboral dirigiendo su propia microempresa con la orientación, la formación y el apoyo que ofrecen empresas de larga trayectoria en el mercado. Además, se trata de un proyecto inclusivo, donde cualquier persona puede desarrollarse como profesional.
El modelo de venta directa es compatible además con otras opciones de trabajo y supone una alternativa complementaria de ingresos que vela por los derechos del distribuidor y del cliente , ya que se rige por un Código Europeo de Conducta, de obligado cumplimiento para las empresas miembro, que es el resultado del compromiso de la industria de la venta directa de llevar a cabo prácticas comerciales éticas y la protección de los consumidores, así como su determinación por garantizar la igualdad y consistencia de los códigos en toda la Unión Europea.
Junto a estas ventajas que aporta la venta directa se encuentra la firme apuesta por la innovación y por la inversión en I+D+i que mantienen las firmas integrantes de la Asociación de Empresas de Venta Directa (AVD). Esta innovación, orientada a complementar la formación que reciben los profesionales de este sector y a vehicular los canales de venta, se sustenta en las últimas tecnologías para fomentar el formato híbrido de venta directa, lo que permite el desarrollo de una oferta de productos punteros y aumentar el volumen de lanzamientos y novedades anuales, contando con un amplio y variado catálogo en continua expansión.
En definitiva, la venta directa se perfila como una posibilidad real de emprendimiento, flexible, independiente y compatible y respetuoso con el modelo “trabajo-vida privada”, que ha sabido adaptarse a las nuevas necesidades que demanda la sociedad en un entorno win-win.