La figura del emprendedor, perfil clave dentro del sector de la venta directa, necesita del apoyo de las administraciones.
La resiliencia de la venta directa se ha demostrado en varias ocasiones a lo largo de la historia. La más reciente la encontramos en la pandemia vivida hace apenas dos años, momento en que las cifras de la industria lograron superar los 780 millones de euros.
Su gran capacidad de adaptación a situaciones adversas, como consecuencia de su modelo híbrido de negocio basado en la personalización y omnicanalidad de la venta, le ha permitido posicionarse a día de hoy como una industria fuerte y con gran atractivo para nuevas empresas.
Esta resiliencia, sin duda, está asociada a la que es la figura clave en este sector: el emprendedor. Su perfil medio, autónomo de edad comprendida entre los 25 y los 35 años, en combinación con factores como la formación o el trabajo en equipo, le han configurado como un profesional cualificado para la obtención de resultados, pero también necesita del apoyo de las administraciones para que contribuyan a reducir el impacto de la inflación y las correspondientes cargas burocráticas e impositivas.
Impulso de la figura del emprendedor
En este sentido, desde la Asociación de Empresas de Venta Directa (AVD), y en colaboración con la Federación Nacional de Asociaciones de Autónomos (ATA), se han activado las palancas necesarias para aumentar, potenciar y fortalecer las capacidades y conocimientos de los distribuidores independientes que comercializan los productos de las empresas miembro de la AVD. Asimismo, se pone a disposición de estos profesionales el asesoramiento de ATA para los correspondientes temas jurídicos, fiscales, económicos o laborales que les afectan como trabajadores autónomos.
En suma, la venta directa se posiciona como una opción real para emprendedores de baja intensidad o empresarios por cuenta propia interesados en una modalidad de trabajo flexible y que se adapte a sus necesidades.